25.6.11

Síndrome Retrosexual

Ella llega a la consulta. Su cara está roja de tanto llorar. Se sienta, le pide pañuelos a la terapeuta, trata de controlar la angustia, saca fuerzas de flaqueza y finalmente lograr hilar una frase. “Estoy teniendo problemas en mi matrimonio”, dice. De inmediato, casi como un acto reflejo, la psicóloga pregunta de vuela: “¿Facebook?”. Tal cual. Ha dado en el clavo. Y no porque la profesional sea, además de conductista, adivina o hechicera.  Al revés. Son tantos los casos parecidos que le ha tocado ver en el último tiempo, que la pega se le ha hecho más fácil que nunca. Cada vez tiene más pacientes con el hoy denominado “Síndrome Retrosexual”.


No, no tiene nada que ver con el hombre que las revistas de género han llamado así, apelando al tipo que detesta a los metrosexuales, es bueno para arreglar el circuito eléctrico de la lavadora, se viste con camisa leñadora y se afeita cada 15 días.  Aquí, lo retro y lo sexual tienen que ver con sentir una atracción idealizada respecto de alguien del pasado. Un ex compañero de colegio o universidad, un ex pololo de la adolescencia o un ex amante de tiempos pasados, más desordenados, donde no había hijos ni matrículas que pagar, ni marido con ponchera, tampoco arrugas ni bótox ni estrías ni canas. Ese alguien que reencontramos en la red de redes sociales - la misma que ya tiene 687 millones de usuarios en todo el mundo- así como porque sí, por jugar, por curiosidad, para ver qué es de él o de ella. Al día siguiente le pedimos ser amig@s, vemos que nos acepta, nos metemos a mirar sus fotos y su información, y en 53 segundos ya sabemos cuántos hijos tiene, dónde veraneó, si está casad@ o separad@, cómo l@ han tratado los años, a qué lugares va, con quién se junta y hasta su posición sobre Hidroaysén. Tímidamente, le damos “un toque” o le escribimos un saludo en el muro. Si somos más osados, le mandamos un mensaje o buscamos si está en el chat. Lo que empieza así puede convertirse en anécdota simpática o, como pasa muchas veces, en un affaire que sólo el de arriba sabe cómo termina.


Y fíjense en la trampa: a diferencia de una relación con alguien de la oficina u otra persona que surge del mundo real, donde normalmente hay intereses en común, desde trabajo hasta hobbies, el Síndrome Retrosexual sólo se nutre de lo platónico, de un recuerdo mejorado o adornado por el paso de los años pero, finalmente, de un vínculo entre dos extraños que alguna vez fueron algo pero que ya no son nada. No tienen un punto que los una salvo el espejo retrovisor. Sus vidas han marchado por carriles paralelos y sólo se nutren de postales y fotos viejas como intersección de sus existencias. ¿Qué significa eso? A diferencia del que busca en el espacio-tiempo análogo porque está insatisfecho (infiel al fin y al cabo, pero con los pies en la tierra), quien bucea a un ex en las profundidades digitales de Facebook no sólo tiene un problema en su casa, sino que lo tiene definitivamente en su existencia completa. Por una razón muy simple: esta forma de escape evidencia toneladas de inmadurez y negación de la realidad.


“Quiero ser el (o la) de antes por un rato”, “retrocedamos en el tiempo y juguemos a que no tenemos responsabilidades”, “volvamos a ser Candy y Anthony”, “¿te acuerdas de cuando me escribías dedicatorias en esquelas de Little Twin Stars”? Todas esas son ejemplificaciones burdas, pero no menos ciertas, de lo que engancha a quien sufre este síndrome.  Mr. o Mrs. Peter Pan de las emociones no sólo engaña, sino que se engaña; cree que avanza pero retrocede; se siente impulsado al Olimpo por una energía que parece nueva y firme, pero que es tan transitoria y débil como su ego y su autoestima.  Por eso, mejor pensarlo dos veces antes de tocar la puerta del pasado en Facebook. Tal como Ulises cuando pidió que lo amarraran y le pusieran cera en los oídos para no escuchar el canto de las sirenas, la próxima vez que esté a punto de pisar el palito, mejor péguese con un palo en las manos.  Menos duele un poco de autoflagelación que involucrarse con alguien que parece vivo pero que, en realidad, está muerto hace años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario